18 de diciembre de 2019. Autora: Silvia Briegas
Dice el refrán que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. En esta época de consumismo desmedido y vuelos lowcost, queremos hacer una reflexión que, aunque pueda no ser compartida por todos, es una máxima para Descubrir: más vale calidad que cantidad.
La proliferación de los viajes “de selfie”, la falta de tiempo, los recursos limitados y esa carrera por ver y hacer más que los demás, empujan a muchas personas a hacer viajes “como si no hubiera un mañana”, sin pensar en las consecuencias, el impacto en el medioambiente, en la vida de las personas que habitan el destino, en si realmente estamos preparados para disfrutar ese viaje…
Un viaje espontáneo tiene un halo de romanticismo y aventura que, en no pocas ocasiones, se desvanece cuando uno enfrenta la realidad de esa decisión poco meditada: un tiempo precioso que pierdes intentando llegar a un lugar sin haber mirado lo lejos que está, un sitio imprescindible que no puedes ves porque no sabías que existía o que tenía un horario limitado, una comida sin sabor ni ganas por si luego no hay otro sitio…
¿Cuántas cosas te has perdido por ir demasiado sobre la marcha en tus viajes?
Objetivos no cumplidos que dejan un mal recuerdo, o como mínimo la sensación de haber podido vivir más el lugar de destino.
Una decisión de viaje meditada e informada tiene, entre otras consecuencias, un turismo más sostenible y responsable. Lo que en Descubrir entendemos como la clave del concepto “viajar mejor”.
En realidad cuando viajamos mejor, son las decisiones que tomamos las que cambian enormemente nuestras experiencias de viaje:
• Hacer un trayecto en tren en lugar de hacerlo en avión, no sólo hace tu desplazamiento menos contaminante, también te hace descubrir muchas más escenas y paisajes del país y te da la oportunidad de hablar con sus habitantes, comprendiendo e intercambiando vuestras formas de ver el mundo.
• Elegir restaurantes de gastronomía local por encima de las cadenas de comida rápida, además de una pausa física y mental en tu itinerario diario, te dará una visión mucho más completa y real de la cultura y las costumbres del país.
• Tomarte una mañana para pasear por un barrio en lugar de hacer un tour “a la japonesa” por toda una ciudad seguramente te hará sentir como un auténtico explorador y vivirás una experiencia menos artificial y estresante…
• Si en vez de 4 escapadas al año haces un viaje de 2 semanas a un solo destino, recorriéndolo sin prisa, profundizando en su historia, sus costumbres, sus paisajes… no sólo tu huella de carbono será mucho menor, tu recuerdo será mucho más duradero.
Y un apunte más ¿has pensado que la suma de esas escapadas te alcanza para viajar a ese destino al que siempre has soñado y nunca encuentras el tiempo ni el dinero para ir?
Un viaje es una inversión, el único gasto que te hace más rico.