22 de marzo de 2021 Autor: Mario Rubio
No cabe duda que son las horas azules, las doras y aquellas en las que reina la luz estelar las que más nos seducen a los fotógrafos.
Lejos de hace trabajar al obturador a plena luz del día, aquellos amantes del paisaje utilizamos las horas centrales parar hacer un ejercicio de prospección en las localizaciones en las que deseamos fotografiar horas más tarde.
Este ejercicio de visitar los lugares con antelación nos provee del conocimiento necesario que nos evitará tener algún disgusto como caídas o incidentes, así como que también nos ayudará para ver los mejores encuadres y las composiciones más acertadas en ese lugar, siendo más efectivos durante la sesión fotográfica.
La ventaja de tener un guía que haga de líder en un lugar desconocido para el fotógrafo es que será más fácil llegar a los lugares para, una vez allí, buscar cada fotógrafo su fotografía personal, íntima e inspirada por uno mismo.
Este es el modus operandi que se realiza en los tours fotográficos que acompaño.
Primero explico sobre el lugar, muestro las posibilidades y ayudo con la técnica a quien lo necesita. No obstante, es el fotógrafo en sí mismo quien tiene el reto de conseguir la mejor fotografía del lugar donde se encuentra.
La fotografía de atardeceres y fotografía nocturna tiene ciertas características que han de ser contempladas antes de realizar una sesión fotográfica. Por eso, es importante tener un equipo que contenga:
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Un trípode es de vital importancia para poder realizar largas exposiciones.
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Un buen juego de filtros hará que podamos equilibrar la luz tanto en el ocaso como en el amanecer.
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Un frontal nos permitirá movernos con soltura en la luz de la noche sin miedo a caernos.
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Unas linternas de luz fría o cálida serán buenas aliadas para dar color y vida a esos elementos inertes que encontramos en el paisaje.
Además, conocer aspectos como la hiperfocal, el uso del balance de blancos en modo manual y saber reconocer algunas estrellas en el firmamento harán que las fotografías de paisaje nocturno cobren un cáliz especial.
Tenerife es algo así como el parque de atracciones por excelencia para el fotógrafo de paisaje. Desde la cumbre del Teide hasta la lava del mar pasando por el mar de nubes, los mantos de estrellas, los bosques de laurisilva y un sin fin de posibilidades, hacen que cada día en la isla se convierta en un nuevo reto fotográfico.
Es aconsejable ir bien equipado para este tipo de actividades fotográficas ya que el frío puede acechar en cotas altas así como el calor puede dejarse notar a pie de playa.
No obstante, los elementos que ofrece la isla hacen que la práctica fotográfica sea un deleite absoluto que no se olvidará fácilmente.
¿Quieres comprobarlo por tí mismo y hacer un espectacular reportaje de fotografía nocturna en Tenerife? Pues mira este viaje que hemos preparado para el mes de julio.