16 de agosto de 2023 Autor: Jesús del Caso
Hola a todos, buenos viajeros. Parece que volvemos. En el fondo nunca nos fuimos. El próximo 28 de agosto a las 19.00 horas se estrena en La2 de TVE la temporada 2 de la serie Descubrir.
Y nunca nos fuimos porque siempre estuvimos detrás de esta producción desde el instante ya casi lejano, en que se estrenó la temporada 1, allá por el 2019. La era COVID marcó un antes y un después en la vida de todos, en las formas de viajar, de relacionarse y de vivir; y, claro está, en el devenir de nuestra serie querida. El caso es que aquí estamos, con más y mejores horas de contenidos de viajes más sostenibles, creados, con todo el amor del mundo, pensando en vosotros.
Creo que ya he contado alguna vez, así, a grosso modo, los comienzos y las motivaciones de esto del grabar documentales de viajes por el ancho mundo y servirlos calentitos en vuestro sofá. Son batallas amables de narrar cuando vas a estrenar una temporada 2 e incluso estás preparando una nueva temporada 3. A todos nos gusta regodearnos en la épica de las dificultades cuando sabemos que la empresa acaba bien, pero ay, en plena refriega no solemos hacer concesiones a la galería.
Hay varias batallas que el productor de documentales tiene que afrontar para llevar su contenido a la TV. Las podemos alinear, por supuesto, con la clásica distribución de etapas de cualquier producción audiovisual: La preproducción, la producción y la postproducción.
Cómo es rodar una serie de documentales
Pero así, en vulgaris. ¿Cómo es rodar una serie de documentales? Pues muy guay, no lo vamos a negar. Pues mola muchísimo, solemos decir… Pero es un trabajazo de titanes, abundamos a veces. Y es que la seguridad de la victoria, esa perspectiva que te da la distancia, no la tienes. El mundo lo tienes debajo de los pies y tus pies están enfangados, hundidos hasta los tobillos y más allá, en las dificultades que has de resolver una a una, como vienen llegando, en una mezcla lógica de previsión, organización, oportunismo y cintura para la casualidad salvaje… Así, a contrapelo y en cualquier lugar del mundo, que, en ese momento, te parecerá las antípodas más siniestras de tu zona de confort.
Suelo decir que me gusta más viajar trabajando que viajar. En mi caso en una cuestión de perspectiva. Adoro ver el mundo en planos y situaciones. Para mí es un placer estar en un sitio hermoso o disfrutar de una situación divertida y tener la mente concentrada en cómo contarla al espectador. Me sitúo, digamos en un estado de trance disociativo en el que el yo viajero y el yo director de documentales se separan mentalmente para situarse en tiempos diferentes… Parece un cuento chino, pero solo es la práctica… y os explico:
Para contar cómo viajamos, pues viajamos, hasta ahí bien. Hay escenas, preparadas pactadas y casi guionizadas, como en todo producto audiovisual, pero el terreno del riguroso directo y las reacciones propias de cualquier viajero están ahí y son del todo innegociables.
Como viajero, lo dicho, las vives, y, como director las previves y las postvives.
Tu mente tiene que imaginar lo que va a contar, contarlo y una vez contado en ese riguroso directo, imaginar cómo quedará en pantalla, si funcionará como quieres, si provocará en el espectador el efecto deseado. A veces hay suerte y tienes dos o más tomas, otras, tendrás lo que hay y tendrás que sacarle todo el jugo que puedas, sin lamentarte demasiado por la ocasión perdida.
Básicamente esa es la esencia que domina un rodaje así, desde el director hasta el ultimo técnico, cada uno a su modo experimenta de alguna manera esa disociación.
Nuestro querido Juanjo, ese profesional como la copa de un pino, como un hombre orquesta con su estabilizador y su cámara y su antorcha y sus radiomicros y su grabadora y sus mil cables colgando, cuando está pendiente de esa orden que le conmina a darle al REC, a contener la respiración y esperar que el host haga lo debido y no lo de siempre, a menudo cuando llegamos a uno de nuestros efímeros sets de rodaje: una azotea en Manang con vistas al Annapurna, una canoa en una selva rodeada de cocodrilos, el habitáculo ínfimo de un parapente y otras cosas así, a menudo suele exclamar:
“Buah, se te va la olla, Chechu, tío, que pasada de sitio…”
Y es que somo muy pro, muy trabajadores, muy técnicos, muy presentadores o director, pero siempre, siempre viajeros.
