6 de mayo de 2021. Autor: Albert Masó
Aunque las formas concretas de llevarlo a cabo son múltiples, hay dos maneras fundamentales de afrontar la fotografía de fauna salvaje: al acecho y al rececho. La primera consiste es situarse en un lugar fijo, escondido, y quedarse a la espera de que se acerquen los animales. El refugio puede ser algún elemento natural -una piedra, árbol, arbusto, etc.- o artificial: un observatorio fijo construido ad hoc en un parque natural o reserva, o bien portátil, el clásico hide (una especie de tienda de campaña pero más pequeña), que todos los aficionados hemos carreteado alguna vez.
Lógicamente, sea de uno u otro tipo, el resguardo debe estar situado en un lugar adecuado, es decir, cerca de donde los animales vayan a beber, comer, bañarse, reproducirse… para que las esperanzas de que se acerquen sean fundadas. Se puede incentivar la aproximación mediante distintos cebos, como grabaciones de cantos nupciales (muy efectivo para aves, ranas y sapos) o comida, como el caso de los muladares: zonas donde se depositan cadáveres para atraer buitres, alimoches, quebrantahuesos, águilas, córvidos… incluso zorros y otras especies carroñeras. Suele usarse trípode para no tener que soportar el peso del equipo y conseguir así una imagen bien nítida.
La segunda manera de captar animales salvajes es el rececho, también llamado fotografia de seguimiento y phototrekking. Consiste en desplazarse en busca de los animales. Lo habitual es hacer un recorrido a pié por una zona previamente estudiada para que las posibilidades de ver fauna sean elevadas. Para esta modalidad es preciso llevar ropa discreta, sin necesidad de ir “disfrazado de Rambo”, pero sí evitar colores vivos y objetos brillantes que puedan espantar. Es muy útil cubrirse con una red de camuflaje para que rompa la silueta humana, ya que esto es lo que asusta a los animales.
Por supuesto, hay que avanzar en silencio y siempre con la cámara en mano, en posición ráfaga, con el tele-convertidor colocado y el diafragma abierto. Eso es para que la velocidad de obturación sea lo más alta posible, a lo que también ayudará subir un poco la sensibilidad, pero sin llegar a los valores de ISO que producen ruido digital. Así evitaremos que la foto salga movida por el desplazamiento del animal o trepidada por la vibración de nuestro pulso, ya que suele tomarse la foto a mano alzada para tener la máxima maniobrabilidad. No obstante, siempre que sea posible nos apoyaremos en una piedra, tronco, la mochila, nuestra rodilla… o el hombro de un compañero para mejorar la nitidez.
Sin embargo, dicho esto, existe una forma de unir ambos procedimientos: el coche especializado. Sin duda se trata de un “hide” de acecho porque estamos en un recinto que no permite distinguir la figura humana, pero tenemos la movilidad característica del rececho o “phototrekking”. En los safaris fotográficos, es frecuente utilizar un vehículo por la rapidez del desplazamiento y, si nos referimos a los que se realizan en los extensos parques africanos, es lo normal por la posibilidad de cubrir largas distancias y acercarse a la fauna.
De hecho, en muchos de ellos está prohibido hacer safaris a pié, incluso bajar del coche, por la presencia de grandes felinos y otros mamíferos “de peso” como elefantes, búfalos, hipopótamos…
En estos casos, lo ideal es un jeep 4×4 sin ventanas y sobre-elevado, ya que proporciona mayor protección, al tiempo que un mejor ángulo que evita que las plantas tapen los animales. Además, permite salir de la pista para acercarse más en terreno fangoso, abrupto o arenoso.
Es imprescindible que el conductor sepa comportarse ante los animales peligrosos, aparte de conocer bien la zona para ir a los puntos donde es más probable contemplar buenas escenas. Conviene estar siempre con el teleobjetivo a punto, pero también tener a mano una óptica normal para los animales que son demasiado curiosos y se aproximan demasiado. Si es angular podremos captar el entorno en que se encuentra nuestro protagonista, confiriendo a la imagen un valor añadido.
¿Te animas a hacer este tipo de safaris?
Entre los que preferentemente se hace phototrekking destacan los de Joan de la Malla: INDONESIA y MADAGASCAR. El 1º no sabemos si se podrá hacer este año, pero el 2º sí: será en noviembre y puedes ver toda la información aquí.
Y entre los que se realizan básicamente con jeep especial señalamos el del KRUGER en agosto (ver la información del viaje) con el autor de este artículo y el de los TIGRES EN INDIA en noviembre con Gerald Barraud (ver la información del viaje).
Albert Masó (www.albertmaso.com), biólogo doctorado en ecología y evolución, profesor de fotografía científica, macro, paisaje y fauna, autor de cientos de artículos de entomología y divulgación, de 10 libros y guías de mariposas, aves, anfibios y reptiles, y asesor científico de National Geographic.