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Palacio del Valle en Punta Gorda, Cuba.

Diario de viaje a Cuba

Oct 18 2023

Actualizado a 25 de abril de 2024   Autora: Mª Luz González

En Descubrir nos gusta visitar con frecuencia los diferentes destinos. Teníamos muchas ganas de volver a Cuba y ver de primera mano la situación del país después de la pandemia. En este artículo, te contaremos nuestro viaje por la isla sin filtros. Sigue leyendo nuestro diario de viaje a Cuba.

No solo realizamos el típico recorrido turístico, el objetivo era también realizar una inmersión profunda en la esencia misma de Cuba. Como amantes de las experiencias reales, queríamos vivir Cuba de una manera que nos permitiera conectarnos genuinamente con su gente y su cultura.

Si estás planeando viajar a Cuba en 2024, sigue leyendo. 

Contenido de este artículo

Lugares que más nos gustaron de nuestro viaje a Cuba

  • Habana Vieja y Vedado

​El tamaño del barrio es enorme, pero decidimos recorrerlo a pie, para poder tener una imagen más directa de la vida diaria de sus habitantes. Nos sorprende el gran contraste entre las plazas coloniales que estructuran esta parte de la ciudad y que son tan amplias, y las calles, que son tan estrechas para que siempre haya sombra, ya que el calor puede llegar a ser muy agobiante. Las plazas están muy cuidadas y sus monumentos muy bien conservados. Nuestra favorita es la Plaza de Armas, porque tiene unos jardines muy bonitos y se escuchan las melodías de los músicos callejeros. Un especial encanto tiene El Templete, de estilo neoclásico.

Pero al salir de las plazas, muchas casas están semi derruidas, aunque en muchas de ellas la gente vive. Se les ve en las terrazas, pero parece que se van a caer de un momento a otro. De hecho, nuestros anfitriones nos avisaron del peligro de andar por la acera porque con cierta frecuencia se caen trozos de los edificios. El contraste nos deja un poco pensativos. 

El malecón se encuentra en un lateral, tiene unos 8 kilómetros y une la Habana Vieja con la zona del Vedado. Paseamos por él disfrutando de la vista del mar, los olores y el pausado trasiego de coches clásicos. Al final nos encontramos con la popular Feria de la Calle 13, en la Rampa del Vedado. Vemos puestos donde los artesanos exponen sus trabajos hechos a mano, pinturas, collares, maderas… ¡puro arte!

La música es constante, día y noche. Te puedes encontrar un pasacalles espontáneo, con gente cantando y bailando como si fuera el Carnaval, con sus trajes típicos.  La música sale de las casas, ya que están las ventanas abiertas. Se mezclan las músicas de unos y otros. Es como si la ciudad estuviera en una fiesta continua. 

Tras parar para comer y reponer fuerzas, continuamos nuestro paseo. Visitamos el parque de la Fraternidad, donde se encuentra la Fuente de la India. Seguimos andando y vamos a parar al Capitolio. Es abrumador, tan grande, tan bonito, tan blanco y bien conservado, que parece tan fuera de lugar entre esas calles tan gastadas por el tiempo….el edificio brilla. 

Continuando la misma calle del Capitolio, nos encontramos con el hotel Inglaterra, el Hotel Telégrafo y el Gran Teatro de La Habana donde observamos que hay estacionados descapotables en la puerta.  Desde este punto, se puede pasear a lo largo del Paseo de Martí, antiguamente conocido como Paseo del Prado, que te llevará directo al Malecón, donde se encuentran algunos restaurantes.

Para visitar toda la Habana Vieja, sin prisas, se necesita más de un día, así que nos vamos a descansar y al día siguiente continuamos, empezando por la calle Obispo, donde aprovechamos para comprar regalos para la familia ya que descubriremos unos días más tarde que es el mejor lugar para comprar recuerdos de nuestro paso por Cuba. 

Hemos decidido visitar el Vedado en un coche clásico y no nos arrepentimos. El coche es muy antiguo, pero está excelentemente conservado y cuidado. Nos aguarda un interior muy cómodo y mullido. En la casa donde nos alojamos nos han dado el contacto de una persona que hace esta excursión y merece mucho la pena. Parece mentira que haya sólo unos 7 u 8 kilómetros de diferencia entre Habana Vieja y el Vedado. Según nos vamos acercando, se va notando en la limpieza de las calles, en la amplitud, sus edificios, parques, sus casas grandes ajardinadas. Algunas con garitas en las puertas ya que muchas son consulados. Se respira otro ambiente, no parece que estemos en la misma ciudad. Las calles son más amplias porque tienen toldos y otros sistemas para combatir el calor. Todo es nuevo y bien cuidado. 

Nos dirigimos hacia la Universidad y nos llama la atención la alta escalinata. Su mejor vista es subiendo por la calle San Lázaro.  Seguimos ruta hacia el Callejón de Hamel, que nos sorprende por la explosión de colores y donde cualquier cosa es buena para hacer arte: una bañera se convierte en un banco y una pared sirve para expresar los pensamientos. La visita es gratuita y se puede ir todos los días de la semana. Los artistas trabajan allí, crean sus obras que están ancladas al suelo, son objetos ya existentes, o también paredes. La misma calle es la exposición. Les puedes realizar donativos aunque no piden dinero. Nos gustó mucho, especialmente si te gusta el arte. 

Después, visitamos la Plaza de la Revolución. Es enorme y realmente nos impone. Tiene un monumento de mármol gris muy alto, de 129 metros de altura, con forma de estrella de 5 puntas y un mirador para el que se deben subir 567 escalones o coger un ascensor. 

Rodeamos con el coche la Necrópolis de Cristóbal Colón, ubicada en el cementerio de la ciudad con gran valor cultural y arquitectónico. Continuamos hasta el Hotel Nacional. Las instalaciones del hotel son otro mundo: los jardines, las cafeterías… todo es muy bonito y muy bien conservado. Es antiguo, pero no viejo, todo precioso y con un toque de elegancia, lujo y distinción. Se puede disfrutar de uno de los mejores atardeceres en su jardín inmenso, y lo mejor, gratis.  Está abierto al público para tomarse algo en las terrazas y cafeterías. Nos contaron que desde el hotel había pasadizos que llevaban a la Habana Vieja. 

Nuestra experiencia en Habana ha sido de choque cultural, dura, por ver lo mal que lo están pasando. Impresionados porque aún así siguen bailando y los niños te cautivan con sus sonrisas. Pero la gente te tira de la ropa, para que les des medicamentos, jabones de los hoteles, dinero y ropa. 

  • Viñales

Antes de dejar La Habana, nos dirigimos a Fusterlandia, barrio habanero que nos interesaba conocer. Fusterlandia es un proyecto de José Fuster, en homenaje a Gaudí, que comenzó decorando su casa y dándole un toque de color. Pronto los vecinos le pidieron que hiciera lo mismo con todo el barrio el cual se comenzó a decorar con coloridos mosaicos de cerámica. El resultado es un paseo por un lugar muy «gaudiano» que no deja indiferente al visitante, por lo sorprendente de la estética. Muros, paradas de autobús, bancos….¡parece que estamos en el Parque Güell!

Salimos de la ciudad por la 5ª Avenida de Miramar. ¡Esto sí que es lujo! Mansiones impresionantes, coches de alta gama por sus calles, jardines…en fin, otro mundo. 

El viaje desde la Habana a Viñales dura unas 3 horas. La carretera no está en muy buenas condiciones ya que no hay señales de tráfico que te indiquen por dónde vas. A veces se cruza un coche de caballos, un cerdo, una moto… Esto también es parte de la esencia del país. 

Hacemos una parada en el camino para visitar la Cueva del Indio, un lugar de singular belleza. Recorres un corto sendero por su interior hasta llegar a un río subterráneo donde comienza un paseo en barca hasta la salida. Puedes ver las formaciones rocosas kársticas y el balsero te va retando a que adivines a qué se parecen. 

A medida que vamos entrando en el Valle de Viñales, el paisaje nos cautivando. Nos dirigimos a una plantación de tabaco dónde nos enseñan la elaboración artesanal de los puros y del café. Nos enseñaron los granos de café, el proceso de secado y la manera artesanal de molerlo, manualmente.

Pudimos ver las grandes hojas de tabaco colgadas durante meses para que se sequen. Nos mostraron cómo quitaban la nicotina del puro y nos liaron uno rápidamente. 

Para entrar al Valle de Viñales hay que pagar entrada pero merece mucho la pena, para pasear, contemplar sus numerosos mogotes y practicar otras actividades al aire libre. En el valle se encuentra el curioso Mural de la Prehistoria, pintado en la pared de una montaña en los años 60. 

El pueblo de Viñales es realmente bonito y muy bien mantenido ya que los habitantes trabajan para ir arreglando cada cosa que se estropea para que siempre esté en buen estado. Sus casitas de colores son encantadoras, con la mecedora en el porche y los abuelitos sentados disfrutando de la tranquilidad que se respira. Disfrutamos de los saludos de la gente por la calle. No tiene nada que ver con La Habana. Nos dejamos llevar por su ambiente relajado y tranquilo, y por esa naturaleza que lo invadía todo. 

  • Terrazas

Dejamos Viñales contentos y relajados para dirigirnos a Terrazas. Hicimos una parada en el Mirador de los Jazmines, situado en un hotel del mismo nombre. Las vistas sobre los mogotes del valle es maravillosa. 

Llegamos a Terrazas y nos dirigimos a nuestro precioso alojamiento, el eco hotel La Moka. No es que estés rodeado de naturaleza, sino que estás en ella, formas parte de un todo. Mires donde mires está verde, color que lo inunda todo. Estás en tu habitación duchándote y parece que estás en una cascada, porque hay una cristalera a través de la cual ves toda la vegetación. Está localizado en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, protegida por la UNESCO. 

  • Cienfuegos

​Cienfuegos es una pequeña ciudad con un centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005. Paseamos por sus bonitas calles coloniales, descubriendo plazas con encanto y visitando el teatro Tomás Terry, construido con estilo italiano. Cerramos los ojos y nos parece escuchar al famoso cantante Enrico Caruso, que cantó en este lugar. 

Y nos seguimos sorprendiendo visitando el Palacio del Valle, en Punta Gorda, una lengua de tierra que penetra hasta el centro de la bahía de Cienfuegos. Nos recordó a La Alhambra, ya que muchas partes tienen estilo mudéjar. Paseamos por sus salones y patios, la decoración es exquisita, una verdadera obra de arte. En la azotea hay una terraza para tomar algo y disfrutar de las vistas. 

  • Trinidad

​Partimos a otra ciudad colonial cubana, bastante turística por cierto. Conocidad por sus casas de colores y calle adoquinadas, el tiempo parece haberse detenido. Paseamos por el centro y, aunque vemos casas pintadas, nos decepciona un poco el estado de mantenimiento, quizá un poco dejado en nuestra opinión. Pero eso no le resta encanto y visitamos el Museo Romántico y el Museo de Arquitectura Colonial. 

  • Parque Natural El Cubano

Nos dedicamos a disfrutar de la naturaleza en estado puro en el Parque Natural El Cubano. Es muy buena opción cuando no se está en plena forma física ya que la ruta no es complicada y apta para todos los públicos. El paisaje es espectacular, y culminamos con un baño en una cascada maravillosa. De regreso a Trinidad, decidimos relajarnos en la playa, muy tranquila, de arena fina y agua transparente. 

  • Cayo Santa María

​Nuestro viaje va llegando a su fin. Tenemos muchas ganas de descansar y elegimos el Cayo Santa María. Pero antes, hacemos varias paradas de interés: en el Mirador de los Ingenios paramos brevemente para disfrutar de la vista. Más tarde, visitamos el Mausoleo del Che Guevara, lugar de culto y que permite entender la historia reciente de Cuba. Sobrecogen las tumbas de los combatientes y el fuego que está a su lado y que nunca se apaga. 

Seguidamente visitamos Santa Clara, ciudad universitaria. Damos un breve paseo y visitamos el Monumento a la Toma del Tren Blindado, un museo dentro de los propios vagones ubicados en el sitio donde el Che y el resto de combatientes hicieron descarrilar el tren en la Batalla de Santa Clara.

Antes de llegar a Cayo Santa María, paramos en la bonita y cercana ciudad de Remedios. Nos cautivó su ambiente relajado, la plaza con dos coloridas iglesias y su variedad de comercios. 

 Cayo Santa María es el broche de oro a un viaje que hemos disfrutado y que nos ha enriquecido. Pasamos un par de días saboreando el puro Caribe, las aguas turquesas y la arena fina blanquísima. 

¿Por qué elegir Cuba para tu próximo viaje?

La experiencia general del viaje ha sido muy buena. La gente con la que nos hemos encontrado entrañable. La situación que están viviendo muy dura.
Se puede viajar a Cuba, sí, la situación es difícil y se ven cosas complicadas. Pero si se viaja con un chófer no hay ningún tipo de problema con la gasolina, no hay escasez de agua, en cualquier sitio se compra y es seguro andar por sus calles. 
Si además viajas hospedándote en casas particulares, el viaje es más enriquecedor y puedes colaborar más directamente con la economía de los cubanos y no tanto de las cadenas hoteleras.

Te podemos asesorar si tienes en mente viajar a Cuba y te asaltan miles de dudas. Estamos aquí para ayudarte en cada paso del camino.

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